jueves, 25 de julio de 2013

Los correlatos neuronales del optimismo y los beneficios del pesimismo


Es probable que muchos de nosotros, mientras pasábamos por un mal momento de nuestras vidas, o quizá en un momento efímero de estrés, hayamos visto el futuro próximo de forma poco favorecedora. Quizá en ese momento algún amigo o familiar nos habrá mencionado que es mejor ver las cosas de forma “positiva” y que “todo pasa por algo”. Tal clase de filosofía me hace recordar mucho una escena de la película La vida de Brian, donde se cuenta la historia de Brian, un personaje que nace en Belén el mismo día que Jesucristo y que luego lleva una vida paralela a él, llegando incluso a ser confundido con Jesús. En la escena final, cuando Brian está siendo crucificado, los demás sentenciados a la crucifixión intentan animarlo entonando la famosa canción Mira siempre el lado buena de la vida. Un ejemplo este que ilustra lo que en ocasiones nos pasa a los seres humanos, cuando preferimos seguir centrando nuestra atención en ideas y pensamientos positivos sin importarnos siquiera lo irracionales son o cuán sombría es la realidad. ¿Pero por qué las personas eligen tener pensamientos positivos aun cuando no exista evidencia realista en que puedan basarse tales expectativas? ¿Existe alguna clase de sesgo en los seres humanos que les hace prestar más atención a los aspectos positivos de la vida en lugar de a los negativos?