viernes, 7 de diciembre de 2018

¿Cómo hacer mejores intervenciones? – De la neurobiología de la violencia a la masturbación para prevenir el cáncer de próstata

Un correo interesante

Esta semana llegó a mi correo la lista de los artículos más leídos de la revista Criminal Justice and Behavior, en el cual se incluye un artículo que me llamo muchísimo la atención. El artículo en cuestión se titula algo así como “Revisión del Modelo de Riesgo-Necesidad-Responsividad: Utilizando la Criminología Biosocial para la Rehabilitación de Delincuentes” por Newson y Cullen (2017). El artículo me llamo particularmente la atención porque como sabrán, el tema de la reincidencia delictiva y la valoración del riesgo de violencia es uno de mis temas preferidos y que me gusta pensar que domino relativamente bien. Dentro de este tema, el modelo de Riesgo-Necesidad-Responsividad (RNR) ha sido uno de los más exitosos al momento de proponer programas de intervención y métodos de evaluación.


El artículo (que pueden acceder a él de forma gratuita desde aquí), habla acerca de como deberíamos integrar una serie de evidencia científica consistente que se ha visto particularmente buena para predecir la reincidencia, tales como la genética, la neurología, las respuestas psicofisiológicas y el efecto de la nutrición. Si bien es cierto que estos hallazgos son especialmente consistentes al respecto, lo cierto es que yo discrepo en que cuestiones como la genética, o la neurobiología pudiese ayudar a brindar una mejora sustancial al modelo de RNR. Principalmente porque cuestiones como la genética o el desarrollo neuronal son relativamente estables o estáticos. Y es que el modelo de RNR propone que las intervenciones deben intervenir en factores modificables (conocidos como factores dinámicos). Suena coherente ¿No?... Es decir, ¿acaso no suena lógico que debemos intervenir en solo aquellos que se puede cambiar y que aquello que es estático o no modificable no es susceptible a ser un objetivo de una intervención?... ¡Claro que sí! ¡Es súper lógico!

Pero bueno, para entender mejor mi punto vamos a otro ejemplo de otra área que leía también hace unos días atrás:

¿La masturbación como predictor del cáncer de próstata?

La semana pasada navegando en Facebook me encontré con otro artículo que me llamo mucho la atención por su peculiaridad. El artículo que se titulaba “Frecuencia eyaculatoria como un factor de protección del cáncer de próstata: Actualización de resultados y seguimiento de una década” (Rider, Wilson, Sinnott, Kelly, Mucci, & Givannucci, 2016).

El artículo resume los resultados de un estudio longitudinal que comenzó en 1986, y que buscaba identificar los factores asociados al cáncer de próstata. En general, el estudio identificó que aquellos pacientes que tenían una mayor frecuencia de eyaculación tenían menos probabilidades de desarrollar cáncer de próstata. Claro que no necesariamente es debido a la masturbación, sino que también puede ser a través de relaciones sexuales… lo único que importa es la frecuencia eyaculatoria, no importa como lo hagas. Los autores mencionan que esto es importante, pues el cáncer, es una de las enfermedades que más sabemos a nivel genético, pero que desgraciadamente no podemos cambiar estos genes; por lo que su hallazgo representa un factor importante para prevenir el cáncer de próstata. Podrían hacerse campañas para promover una mayor frecuencia de eyaculación, por ejemplo. Proveyendo políticas públicas en salud; que sean baratas y que incidan la morbilidad.


El problema de los factores estáticos

Pero bueno, regresando a mi punto, el artículo de Rider y sus colegas (2016) señala como si bien los factores genéticos son importantes para predecir el desarrollo de una enfermedad, lo cierto es que podemos hacer muy poco al respecto de ello. Y esto es importante, porque a nivel del paciente, saber que tiene algo, pero que no puede hacer mucho, puede ser una tortura. Esto último lo ilustra muy bien un artículo publicado recientemente en WIRED titulado “La prometedora -y desesperanzadora- genómica del cáncer”. Donde Jason Pontin (2018) nos narra la historia de un hombre que le es detectado cáncer, pero no como curarlo:
“Este es el mejor hospital del mundo. ¿Cómo pueden saber por qué estoy enfermo, pero no saber cómo tratarme?”
Y es por eso por lo que el resultado de Rider y sus colegas es tan importante. ¡Porque la frecuencia eyaculatoria es algo que si podemos modificar! ¡Con más relaciones sexuales! ¡o promoviendo la masturbación! A diferencia de los factores genéticos, que hasta que no podamos usar adecuadamente un editor genético (como CRISPR), no podremos intervenir en estos factores genómicos.

Factores dinámicos: la clave para las intervenciones

Y es entonces cuando regreso al tema de la reincidencia. Si queremos disminuir la reincidencia, quizás los factores genéticos o neurobiológicos son importante para predecir el riesgo. Pero como el mismo artículo Newsome y Cullen (2017, p. 10) mencionan:
El principio de “Necesidad” señala que las intervenciones deben dirigirse a los factores de riesgo dinámicos, aquellos que pueden modificarse mediante esfuerzos de rehabilitación.
Así pues, creo que yo, que, sin considerar aspectos como la nutrición, la criminología biosocial no puede aportar tanto al modelo RNR, ni a mejorar sustancialmente las intervenciones. Pero bueno, tampoco quiero que crean que considero inútiles estos hallazgos. Por ejemplo, si estoy de acuerdo con algunos elementos que mencionan los autores, tales como el utilizar la respuesta psicofisiológica como una forma de evaluar la efectividad de los tratamientos (como una especie de outcome), o para conocer las capacidades del individuo y hacer intervenciones según el nivel de estas capacidades. Sin embargo, creo que debemos trabajar más en ello, ya que la medición de respuestas fisiológicas no es tan barata (aunque ya no es tan caro como antes), y creo que aun faltan algunos años para poder incluir estas mediciones y el equipo necesario en el sistema de salud del sistema penitenciario; y que sea utilizado de forma rutinaria como medida de outcome.

En fin, en resumen, creo que la criminología biosocial aporta un poco en la evaluación, pero definitivamente no aporta tanto para desarrollar tratamientos efectivos. Al menos no desde el punto de vista genético o del neurodesarrollo.

Referencias


Newsome, J., & Cullen, F. T. (2017). The Risk-Need-Responsivity Model Revisited: Using Biosocial Criminology to Enhance Offender Rehabilitation. Criminal Justice and Behavior, 44(8), 1030–1049. https://doi.org/10.1177/0093854817715289
Rider, J. R., Wilson, K. M., Sinnott, J. A., Kelly, R. S., Mucci, L. A., & Giovannucci, E. L. (2016). Ejaculation frequency and risk of prostate cancer: updated results with an additional decade of follow-up. European urology, 70(6), 974-982. https://doi.org/10.1016/j.eururo.2016.03.027
Pontin, J. (2018, December 06). The Promise-and Heartbreak-of Cancer Genomics. Retrieved December 07, 2018, from https://www.wired.com/story/jason-pontin-promise-and-heartbreak-of-cancer-genomics/


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